Comentaron la Autobiogr...ajúa de Eulalio González
Piporro, un gran
improvisador de la tradición: Monsiváis
Describe
una fase en la que se creía que éramos una sola nación, dijo
Arturo
García Hernández n Fue una asamblea de monstruos sagrados, de ilustrísimos
nombres y apellidos del espectáculo mexicano. Sesión de recuerdos, rencuentros,
reconocimientos. Fue El Pasado orgulloso con toda razón de su presente
nostálgico. Fue una noche en que la risa y la emotividad disiparon los ánimos
sombríos e hicieron un paréntesis en el pesimismo al que empuja la realidad
cotidiana. Fue fiesta y homenaje. Todo eso fue la presentación de la Autobiogr...ajúa y anecdo...taconario, de
Eulalio González, Piporro, ese lo dijo Carlos Monsiváis
''gran improvisador de la tradición", el personaje que le dio un
estereotipo a la norteñidad mexicana para
diferenciarla de la chilangada y sus
respectivos estereotipos.
En
sus 78 años de vida y más de medio siglo en foros y escenarios, Piporro
acumuló querencias de propios y extraños. Así quedó en evidencia la noche del
martes, cuando se le llenó de amigos el lugar de la presentación, un salón del
hotel Marriot. ¡Y qué amistades! Pepe Jara, Resortes,
Fernando Fernández, Lorena Velázquez, Tongolele, María Victoria, Andrés Bustamante,
Roberto Cobo, Tania Libertad, Ausencio Cruz y Manuel
Esperón, entre otros.
Ante
la presencia de este último, Monsiváis rindió ''un
mínimo homenaje, a una persona cuya obra ha sido mi plataforma sentimental
muchos años". Conmovido como pocas veces se le ve en público, el autor de Días
de guardar se mostró emocionado ''nada más de pensar que Pedro Infante y
Blanca Estela Pavón cantaron Amorcito corazón gracias a él", el
compositor ''que le dio a México identidad y destino con ¡Ay Jalisco no te
rajes!".
Arquetipo
para los norteños
Cumplido
el minihomenaje, Monsiváis
hizo una cálida semblanza de Piporro, quien nace y vive ''en el norte
abandonado e ignorado por el centralismo, que protege o inventa su identidad
acudiendo a un habla muy asentada todavía en los arcaísmos mexicanos, penetrada
por fuerza por los anglicismos y compuesta por refranes, decenas de miles de
comprimidos de la sabiduría comunitaria".
El
refranero apuntó Monsiváis ''le da a Piporro
la estructura secuencial de su lenguaje y sobre la marcha aquél urde refranes
para enfrentar situaciones desconocidas. En este libro hay decenas o centenas
de refranes que inventa (...) Yo creo que desde la Edad Media nadie había
inventado tantos refranes como él. Entre otros soportes, su humor requiere de
la agilidad magnífica para, por así decirlo, improvisar la tradición".
El
escritor recordó al Piporro de la serie radiofónica Ahí viene Martín
Corona y al actor de películas como Ahí vienen los gorrones, La
infame, El águila negra, El águila negra en el tesoro de la
muerte, El águila negra en el vengador solitario (''No quiero
imaginármelas", dijo Monsiváis). Y también de
otras como Me gustan todas, Cuidado con el amor, Secreto
profesional, Echenme al gato
(''donde Piporro está simplemente magistral, en compañía de Adalberto
Martínez, Resortes"), El mariachi desconocido (''con una
interacción con Tin Tan
magnífica"), El rey del tomate (objeto de estudio de investigadores
fronterizos).
El Piporro
es un hallazgo fortuito pero indeleble de Eulalio González. Explicó Monsiváis: ''Se necesitaba un arquetipo para uso exclusivo
de los norteños de México y, en el límite del barroquismo, un actor depura al
personaje y lo convierte en arquetipo de una cultura fronteriza, un modo de ser
mexicano en ambientes naturales, un regocijo nómada. Y parecerse a Piporro
obliga a Eulalio González a educar la voz hasta volverlo un prontuario de
costumbres".
Las
canciones compuestas y/o interpretadas por Piporro merecieron el elogio
de Monsiváis, El taconazo, Melitón
el abusón y El terror de la frontera, entre otras.
A
juicio del escritor, la Autobiogra...ajúa... ''describe
perfectamente una etapa de la vida mexicana en la que se pensaba que era una
sola nación, que nada era diverso, que todo era único y que con ir al teatro
frívolo saciábamos nuestra sed de mexicanidad. El
resultado es muy notable, tiene momentos extraordinarios, hay algunas anécdotas
absolutamente gloriosas".
También
agradecido por la presencia de ''la buena historia de México acumulada" en
el acto, ''los forjadores de mi personalidad que me han permitido tener destino
y emoción", Germán Dehesa hizo hincapié en el humor y la gracia de Piporro.
Junto
a su padre, Dehesa descubrió en canciones como Agustín Jaime y El ojo
de vidrio ''la cumbre de la capacidad expresiva de un idioma (...) Cada vez
que mi mamá pasaba y nos veía oyendo otra vez el disco, parecía que le
estuviésemos haciendo daño, como que la bilis le iba subiendo hasta que se le
veía por los ojos cómo le navegaba la bilis (...) Y ella, que era incapaz de
pronunciar una mala palabra, decía: ¡Ahí siguen como pendejos oyendo a Piporro".
Dehesa,
autor del prólogo de la Autobiogr...ajúa..., trajo a colación su confusión infantil ante lo
que es ser gracioso y estar en estado de gracia: ''Pensaba que eran dos
acepciones. Y tiene uno que llegar a 55 años y pasar por cardiólogos y urólogos
para descubrir que es lo mismo''.
Con
el vozarrón intacto, Piporro reconoció que fue difícil escribir el
libro, ''fue como estar ante un siquiatra, pero sin siquiatra, sin diván,
contigo mismo".